La mayoría de los machos estamos de acuerdo en que no todas las películas deben ser obras maestras de la cinematografía, que nos cambien la vida con diálogos profundos y montajes excepcionales. No. A muchos nos gusta ver cosas como The Expendables, o Abraham Lincoln Cazador de Vampiros, o Pacific Rim. Para muchos pueden ser muy buenas, o muy malas, o tan malas que son buenas. Pero igual las vemos, sólo por diversión.
El problema es cuando no son del todo divertidas. En este caso, estoy hablando de Kick-Ass 2.
La segunda entrega de esta historia, basada en la novela gráfica de Mark Millar y John Romita Jr., es dirigida por Matthew Vaughn (productor de Snatch, y productor/director de Layer Cake, Stardust y X-Men: First Class). En los papeles principales están nuevamente Aaron Taylor-Johnson (Savages, Anna Karenina) y la talentosa cara-de-ardilla-si-tuviera-15-me-la-daba Chloë Grace Moretz (500 Days of Summer, Let Me In, Hugo), apoyados por Christopher Mintz-Plasse (¡¡¡McLoviiiiiin!!!) y Jim “lo-que-sea-para-resucitar-mi-carrera” Carrey.
Kick-Ass 2 comienza de forma prometedora, con Mindy McCready/Hit-Girl disparándole a Dave Lyzewski/Kick-Ass, con objeto de entrenarlo. Juntos forman un dúo con la intención de seguir combatiendo el crimen, tal como hubiera querido el ahora difunto padre de Mindy, Big Daddy; y al mismo tiempo enfrentarse a los problemas típicos de cualquier adolescente. La trama se vuelve más interesante cuando el otrora superhéroe Red Mist, hijo del mafioso Frank D’Amico, decide vengar la muerte de su padre a manos de Kick-Ass. Así nace un nuevo supervillano, conocido como The Motherfucker.
Hasta ahí todo bien. Tenemos a los dos héroes, uno tratando de consolidarse, y la otra intentando ser una niña normal –aunque en contra de su voluntad-. Están presentes los conflictos internos de cada uno, que originan un conflicto entre ellos, y a eso le sumamos la intervención del antagonista. Es sólo que… como que le falta algo. O le sobra, ya no sé. Verán, Kick-Ass 2 no es una película terrible. Simplemente no es tan buena como su antecesora; no llegó a satisfacer las expectativas. Y eso, a mi parecer, es debido a 4 simples razones:
1.- Hit-Girl.
Una de las razones de más peso por las que Kick-Ass tuvo tanto éxito la primera vez, es su compañera (o más bien su líder, puesto que aquí él es el sidekick). ¿Quién iba a pensar que detrás de una tierna niña de 11 años se ocultaría una hábil y prolífica asesina, poseedora de una boquita tan soez como ágiles sus movimientos? Aunque controversial, es indudable que el personaje de Chloë Moretz se roba la película.
Y en la secuela pasa lo mismo, pero no necesariamente es bueno. Uno entiende que al ser el personaje en teoría más simpático y rompemadres, lo quieran explotar. Pero hay límites que no deberían cruzarse, o si eso pasa, hay que hacerlo por completo. Me explico: por momentos las frases de Hit-Girl se sienten tan forzadas, que dejan de ser divertidas, precisamente por tratar de serlo. Hay un delicado balance. Como cuando cuentas un chiste demasiadas veces y pierde la gracia.
No tengo nada contra C. Moretz. De hecho, creo que la niña lo hace excelentemente; y está destinada a ser una gran actriz (o ya lo es). Está muy bien que se quiera contar la historia desde su punto de vista, con los problemas que sufriría cualquier adolescente en la secundaria, y cómo los resuelve pensando como su alter-ego. Pero, de nuevo: hay límites. Por momentos, la historia se centra tanto en ella que uno no puede evitar olvidarse de Kick-Ass, hasta que de pronto sale a cuadro y nos hace pensar “ah, claro, ahí estaba este wey”.
[Como en toda esta escena.]
2.- Jim Carrey.
Aunque tiene muchos detractores, hay que reconocer que Jim Carrey es un buen actor. No por nada es uno de los más reconocidos de su género. Incluso, yo me atrevería a decir que sus mejores papeles (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, The Truman Show) son aquellos totalmente opuestos a aquellos por los que es más famoso, y en los que hace despliegue de su humor bufonesco.
Pero también hay que reconocer que su carrera necesita algo nuevo. Siendo realistas, la última película más o menos decente que le recuerdo es Yes Man, y es de 2008. Si no ha sido por su mensaje/declaración de amor creepy a Emma Stone (merezco), o por su decisión de NO promocionar la cinta en la que trabaja “por fomentar la violencia”, en realidad no sabríamos gran cosa de él.
Y su papel tampoco entusiasma. Se trata del Coronel Stars and Stripes, un antiguo gángster y ahora cristiano “renacido”, con desplantes sicópatas, que decide formar un equipo de superhéroes, con onda de Justice League de geeks y nice guys. En el papel (see what I did there?) no se oye nada mal, pero… no le creí. No sé por qué, pero su personaje me decepcionó; esperaba más. No sé si intensidad, o protagonismo, o… algo, no sé. A lo mejor simplemente se equivocaron de casting, a lo mejor Jim Carrey ya debería dedicarse a papeles “serios” como los que mencioné antes. Lo cierto es que, salvo una pequeña dosis de drama, no aporta demasiado a la trama.
3.- Podrían ser 2 historias diferentes.
Ok, ok, admito que esto puede ser un error más bien técnico que otra cosa. Pero existe. Como dije antes, por momentos las respectivas historias de Kick-Ass y Hit-Girl parecen completamente desconectadas, al grado de casi poder olvidarnos de uno u otro. Sí, son historias ligadas, pero a veces no lo parecen. Y cuando esto pasa, se pierde continuidad. Ya no es el hecho de que parezcan varias tomas cortadas y pegadas como un collage, sino que además es un collage mal hecho, con pedazos demasiado grandes y con huecos enormes entre ellos. Esto llega al punto en que la película bien podría llamarse Hit-Girl, y tal vez sería más coherente. Tal vez sea sólo una cuestión de edición: recortar un poco algunas escenas, o intercalarlas de manera más fluida, qué se yo. Corríjanme, expertos.
4.- El que mucho abarca, poco aprieta.
Hablemos otra vez de ese delicado balance entre aprovechar un recurso o personaje, y sobreexplotarlo.
Cuando tienes una cinta llamada Kick-Ass, es evidente que habrá madrazos, porque pues ¿sabes? es el título de la película. Entonces la ves y esperas que haya peleas y acción por todos lados… Y las hay, pero no como las esperabas. Ni siquiera al mismo nivel que en la primera entrega.
Y no sólo eso. A esta falta de articulación y/o fluidez hay que añadirle la cantidad casi innecesaria de villanos (sí, te estoy hablando, Motherfucker), que, aunque más o menos justificada por la trama, provoca cierta confusión. Es la consecuencia de querer saturar al expectador con nuevos personajes, y no darles el espacio en pantalla que uno creería que se merecen; por ejemplo, Doctor Gravity/Donald Faison (Turk, de Scrubs) o Night Bitch/Lindy Booth (la guapita de Dawn of the Dead). Ok, son personajes secundarios, pero tampoco se trata de hacerlos casi de relleno.
Tampoco se vale el descarado reciclaje de escenas. La película debería de ser una parodia por sí sola, así que ¿por qué recurrir –a propósito- a secuencias como la del camión en Fast and Furious, o a cualquier batalla entre dos ejércitos de [inserte aquí el título de su película épica favorita]? En el segundo ejemplo, admito que sí estuvo un poco cagado, pero tampoco taaanto. Sí, una parodia hace eso, pero uno pensaría que teniendo como referencia el humor del universo de Kick-Ass, el filme tendría más que ofrecer. Termina por volverse demasiado predecible.
Conclusión.
Y pues sí. Voy a recurrir al cliché de “las segundas partes nunca fueron buenas”. No me gusta admitirlo, pero al menos en este caso así es la primera impresión. Kick-Ass 2 no sólo no es tan buena como la primera entrega, sino que se siente más como un capricho por hacer una secuela, y hacer dinero gracias a los fieles fans del comic (y a los que después de ver la primera entrega esperábamos algo mejor). En su intento por repetir esa mezcla única de ultra-violencia y humor irónico, queda a deber. Y aunque en momentos específicos lo logra -sí es más o menos divertida/entretenida-, en general no consigue ser tan ácida, divertida y, hasta cierto punto, impredecible como la primera parte. Tan es así, que hasta se me hizo larga (sin albur). Es triste, pero cierto: casi podría haberse llamado “Lame-Ass”.
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